viernes, 9 de septiembre de 2016

Escuelas y colegios

En defensa de la enseñanza pública



Juan José Lage Fernández,
La Nueva España, 9/09/2016

Tengo aún pendientes en mi memoria unas palabras de Julio Llamazares sobre la importancia de la educación pública y la influencia positiva que la misma tiene en el devenir de los países. "Qué casualidad que en los países más transparentes y menos corruptos del mundo -se refiere especialmente a los países nórdicos- la escuela pública sea prioritaria en detrimento de las escuelas privadas o concertadas". (Dinamarca, por ejemplo, fue el primer país en establecer la escolaridad obligatoria y gratuita desde 1739, siguiéndole Suecia, en 1852, mientras que en España no llegó hasta 1904).

La denominada "concertación", o escuelas privadas subvencionadas con fondos públicos, tuvo lugar en España en 1985, con el Gobierno de Felipe González -hecho del que, por cierto, dice haberse arrepentido-, dado que no había por aquel entonces oferta educativa suficiente: actualmente nuestro país es, tras Bélgica, el que tiene más aulas concertadas.

Adaptemos esta reflexión de Llamazares a la situación actual de nuestro país, a la degradación de la democracia, a los impunes asaltos a las arcas del Estado. ¿Qué sucede en España? "Pues que durante siglos -se reafirma el autor- hemos tenido una escuela para ricos y otra para pobres y que, además, somos -o nos creíamos- un país de "nuevos ricos" y, por ende, deseábamos que nuestros vástagos compartieran pupitre con lo que supuestamente olía a selecto".

Curiosamente no son ajenos a estas reflexiones otros autores de la talla de Unamuno o Camilo José Cela. En "Recuerdos de niñez y mocedad", obra autobiográfica del autor bilbaíno, comenta lo siguiente:

"El colegio al que me llevaron era uno de los más famosos de la villa. Era 'colegio' y no 'escuela' -no vale confundirlos-, porque las escuelas eran las 'de balde', las de la villa, por ejemplo, donde concurrían los chicos de la calle? y llamaban padre y madre a los suyos y no como nosotros, papá y mamá".

Más o menos de la misma opinión es el autor gallego, cuando también en su obra autobiográfica "La Rosa" refiere la siguiente anécdota:

"El colegio al que fui en Tuy no era un colegio, era la escuela; una habitación grande y destartalada? con una tarima para el maestro? y las largas filas de inhóspitos y duros pupitres rebosantes de niños de todos los pelos, ropajes, tamaños y cataduras".

Claro que estas argumentaciones pueden ser hábilmente manipuladas aludiendo al manoseado principio de la "libertad de los padres" para la elección de centros, o "ideológico y capcioso anuncio publicitario", en palabras de Emilio Lledó, premio "Princesa de Asturias" de Comunicación y Humanidades en 2015. Puestos a hablar de libertad: ¿por qué no entonces libertad para la interrupción del embarazo? ¿O libertad de huelga y manifestación?...

La pregunta que siempre tengo "in mente" es en qué criterios se basa esa supuesta libertad: ¿docentes mejor cualificados?, ¿mejores recursos materiales?, ¿menos alumnos por aula?, que son, a mi juicio, los tres parámetros que sirven para medir la calidad de la enseñanza.

Ana María Matute confiesa en la entrevista concedida a Marie -Lise Gazarian en "Ana María Matute. La voz del silencio" (Espasa, 1997) cómo cuando asistía al colegio de élite Las Damas Negras, regido por monjas, las niñas ricas entraban por una puerta y las pobres becadas por otra. O sea, educación universal, pero no igualitaria.

Afortunadamente, ya no existen, pienso, estas injustas discriminaciones, pero son un claro ejemplo del papel que la educación jugó a lo largo de la historia.

Rematar estas breves reflexiones con unas palabras de dos personajes muy diferentes, pero que coinciden en lo mismo. Dice Fernando Savater: "Durante siglos, la enseñanza ha servido para discriminar a unos grupos humanos frente a otros: a los hombres frente a las mujeres, a los pudientes frente a los menesterosos, a los 'listos' frente a los 'tontos'? El ideal básico que la educación actual debe conservar y promocionar es la universalidad democrática".

Y una alusión muy acertada del actor Matt Damon: "El sistema de colegios públicos que existe en América estaba creado para derribar barreras y durante mucho tiempo funcionó muy bien porque ayudaba a promover la ciudadanía, pero ahora los hijos que nacen privilegiados van a colegios privados fuera del sistema y eso automáticamente propicia la construcción de muros alrededor".

O sea, si "educar es universalizar", luchemos por una educación obligatoria, gratuita e igualitaria, no discriminatoria. Es decir, la escuela pública como esencia misma de la democracia.

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