Dentro de la campaña del PP para "dar a conocer las bondades" de la LOMCE, Laura Sampedro, senadora asturiana, publicaba el martes 2 en La Nueva España un artículo que titulaba ¿Mejor la "nada" que la FP? (En PDF)
Iniciaba Laura Sampedro la defensa de la postura oficial de su partido afirmando:
....parece que la izquierda rancia e inmovilista de este país considera que los jóvenes tienen que ser como un bloque monolítico que a la hora de formarse, como mucho, pueden gustar más de las ciencias o de las letras. No cabe que un chaval no quiera seguir estudiando de codos, que se le dé mejor lo manual que lo memorístico, ni cabe que le pueda gustar o motivar más un oficio o una enseñanza más técnica que el Bachiller, o que se le pueda atragantar estudiar porque no maduró, porque es inquieto o porque pasa por un bache emocional. No, no y no, para la izquierda si no optas a ser universitario, mejor te quedas en ser un fracasado y un excluido, cualquier cosa antes que estudiar FP porque según ellos eso es una «vía de segunda»...
Esta campaña del PP se hace merecedora, naturalmente, de la correspondiente contracampaña, que, en esta ocasión, llegó con el artículo, aparecido dos días más tarde también en La Nueva España: Sobre la FP por la que lucha Laura Sampedro y que firmaba Luis Fernández, del Movimiento Social por la Escuela Pública. El artículo:
SOBRE LA F.P. POR LA QUE LUCHA LAURA SAMPEDRO
Ideas que causan rubor y otras razones para oponerse a la ley Wert
No sé si Laura Sampedro
representa a la derecha (sé que cobra como
senadora por el PP) o cuando ataca a esa “izquierda rancia e inmovilista” lo
hace desde posiciones de la “izquierda progresista”. Lo que es fácil
deducir de su discurso es lo retrógrado de sus ideas sobre la educación.
Comienza la crítica –publicada el
martes en este periódico- estableciendo las bases de lo que entiende como
alternativas en su modelo educativo. Por un lado encuentra el
“estudiar de codos”, lo “memorístico”, mientras que en el otro sitúa “lo
manual”, “un oficio o una enseñanza más técnica que el bachiller” recomendado
para el que se le “atraganta estudiar” porque “no maduró”, “es inquieto” o
“pasa por un bache emocional”. Y desde este modelo de análisis acusa a esa
izquierda que demoniza de no ver más que “las ciencias y las letras”.
Produce un cierto rubor tener que
recordarle a esta senadora que ya Villar Palasí, ministro de Franco, nada
sospechoso de izquierdista rancio, denunciaba “la actitud de pasividad
intelectual a que se somete al alumnado, polarizado únicamente a la superación
de unos exámenes memorísticos”. Identificar lo que Wert cree haber descubierto
como “lo académico” con lo “memorístico” es una atrocidad pedagógica que
debería ofender al propio titular de la cartera de Educación si la mereciese en
algo. Da la sensación que Laura no entendió el argumentario que le mandó leer
el partido.
Pero produce una inmensa
indignación verla aplicar el “rancio e inmovilista” cliché de identificar
Formación Profesional con “lo manual”. Soy oficial tornero desde el año 68 del
siglo pasado y conozco desde entonces la evolución de la profesión.
Efectivamente, cuando yo estudiaba, mi relación con la máquina era
“física”. A través del movimiento de mis
manos yo indicaba a la máquina lo tenía que hacer. El equivalente actual se
dirige por escrito, codificado en soporte informático, a la máquina para
transmitirle el proceso que construyó en
su mente (auxiliado de simuladores), observa los resultados, los interpreta de
acuerdo con el modelo que tiene y genera las correcciones en el código para
obtener el resultado deseado. Resulta obscena la ignorancia de quien sigue
creyendo que eso es un “oficio manual” adecuado para quien “se le ha atragantado
estudiar”. Se acerca el momento de exigir responsabilidades a quienes relacionan la FP con el no estudiar.
Pero al margen de estos enormes
dislates pedagógicos, que se pueden considerar técnicos, resulta sangrante la
base argumental sociológica (y de eso se supone que estudió) de Laura Sampedro.
Después de acusar a otros de no querer dignificar la FP, para poner remedio a
esa situación, la presenta como el
camino indicado para aquel que “se le dé mejor lo manual que lo memorístico”, o
“no maduró”, “es inquieto”, o “pasa por un bache emocional”. ¿Quién sino ella
está dibujando la FP como una vía de emergencia para aquellos que se les
“atraganta estudiar”, para aquellos que presentan un momento de debilidad
personal?
Si a esta concepción se le añade
el argumento madre que Wert planteó en su primer modelo: la FP básica (la puerta de entrada en la FP)
es el camino “para alumnos con situación socio-económica desfavorable” (y
remachó explicando que si tienes dinero
puedes ser universitario con un 5 pero si no lo tienes seguro que deberías
estar haciendo FP si no sacas un 6,5), es posible, sin demasiado esfuerzo, que
hasta la senadora gijonesa pueda comprender por
qué el sistema que aplaude es “segregador” (expulsa a los débiles), “clasista” (castiga
a los económicamente menos favorecidos) y, en resumen, “elitista”.
Todo este ruido descalificador lo
utiliza Sampedro para argumentar que esa izquierda malvada, por mantener su
“sacrosanto poder sobre el sistema educativo” se opone a “la parte que pretende
mejorar, modernizar y dignificar la Formación Profesional”. ¿En qué funda esa
afirmación? ¿Conoce las renovaciones en los currículos y en las estructuras
formativas que la ley ofrece para esa modernización? ¿Por qué no los explica?
Por una sencilla razón: porque no existen. Se consolidan los PCPIs ya
existentes denominándolos FP Básica. Se reduce drásticamente la formación
general de acceso a los Ciclos Medios pero estos no se modifican (se autoriza a
las Autonomías a que pongan materias de refuerzo ¡fuera del currículo!). Se
reduce el profesorado y las horas de formación, y se pretende, como gran
solución, que un sistema productivo que ha funcionado de espaladas a la
formación se haga cargo del entrenamiento de futuros profesionales a medio
formar con el premio de tener mano de obra gratis (sin derechos laborales ni
seguros sociales) para usar por periodos anuales. ¿Modernizar? ¿Dignificar?
¿De verdad quiere saber Sampedro
por qué muchos nos oponemos a la ley que aplaude? Eso necesitará de otro
espacio como éste. Y de paso podríamos pensar sobre lo que insinúa sobre la
libertad, la democracia y eso que ella llama “elegir centro”.
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