Pablo Gentili en La otra política educativa, artículo publicado hoy en CONTRAPUNTOS -su blog en El País-, señala que como en cualquier sociedad democrática, la política educativa debe ser contemplada en una doble dimensión. Por un lado, el Estado que debe garantizar el derecho a la educación de todxs, y por otro, la sociedad civil, y sus organizaciones en defensa de la escuela pública, que debe controlar y movilizarse para garantizar esa escuela pública para todxs.
Desde esta premisa y atendiendo a la primera dimensión encuentra que la situación en nuestro país no solo no es nada halagüeña sino que podía calificarse de catastrófica. Entiende que Wert, empeñado en ser el peor ministro de Educación de la historia, y este gobierno han llevado a cabo un avasallamiento del legado histórico que la escuela pública española ha sabido construir a lo largo de las últimas décadas. Sin embargo, si nos centramos en la segunda dimensión, la de la acción civil y las movilizaciones, veríamos que la política educativa ha mejorado notablemente.
Hay ahora en España una entre dos políticas educativas, la que propone el Estado, dispuesta a atropellar lo logrado, y la que vibra con las movilizaciones ciudadanas dispuestas a que no se desmonten las instituciones fundamentales para la vida democrática, entre ellas, claro, la escuela pública.
Evidencias de esa vitalidad las encuentra en la CEAPA y en movimientos ciudadanos que enriquecen la lucha por la educación como Ciudadan@s por la Escuela Pública, Movimiento Social por la Escuela Pública de Asturias o Soy Pública.
Mención especial hace a la declaración, Por otra política educativa, (a la que se suma e invita a firmar), redactada por un grupo de profesores universitarios y profesionales de la educación, en Sevilla los días 25 y 26 de octubre pasado.
PABLO GENTILI:
Licenciado en "Ciencias de la Educación", Universidad de Buenos Aires. Máster en "Ciencias Sociales" con Mención en Educación, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO - Programa Argentina). Doctor en Educación, Universidad de Buenos Aires. Profesor Regular en la Facultad de Educación y del Posgrado en Educación de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro. Investigador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro (LPP/UERJ). Coordinador del Observatorio Latinoamericano de Políticas Educativas (OLPED - LPP/UERJ).
Datos en Firgoa Universidad Pública: Bibliografía
La otra política educativa
Pablo Gentili en "Contrapuntos", blog en El País
La otra política educativa, 1 de noviembre de 2012
La política educativa en una sociedad democrática debe ser entendida en una doble dimensión. Por un lado, la que se lleva a cabo mediante la acción del Estado y de las instituciones gubernamentales, regulando y garantizando, con diverso grado de eficacia republicana y justicia social, la oferta escolar y el derecho a la educación de todos los ciudadanos y ciudadanas. Por otro, la acción de la sociedad civil y sus organizaciones en la defensa de la escuela pública, en la fiscalización y el control de la acción estatal, así como en la movilización y la intervención destinadas a garantizar y ampliar el derecho a una educación de calidad para todos.
Siendo así, podemos reconocer que hay dos formas de evaluar los actuales cambios en la política educativa española. En lo que respecta a la primera dimensión, las noticias no son nada alentadoras y, sin alarmismos, podríamos definirlas como catastróficas: reducción del derecho a la educación de los más pobres, gestión antidemocrática, prepotencia ministerial, mediocridad y conservadurismo decimonónico en las medidas llevadas a cabo. En suma: avasallamiento del legado histórico que la escuela pública española ha sabido construir a lo largo de las últimas décadas, referencia no sólo en Iberoamérica, sino también en buena parte del mundo democrático. Es difícil saber si el Sr. Wert es el peor ministro de educación que ha tenido España, pero no podemos dejar de negar que se está esforzando por serlo. Su virtud reside en la truculencia de un mandato que retrotrae España a sus tiempos más sombríos y a una persistente cultura política antidemocrática.
Entre tanto, si analizamos la segunda dimensión, la de la movilización social y ciudadana por la defensa del derecho a la educación y de la escuela pública, la política educativa española ha mejorado enormemente, llenado de esperanzas un futuro que, si del actual gobierno dependiera, no dejaría espacio más que a la frustración y al infortunio.