jueves, 1 de noviembre de 2012

La otra política educativa



Pablo Gentili en La otra política educativa, artículo publicado hoy en CONTRAPUNTOS -su blog  en El País-, señala que como en cualquier sociedad democrática, la política educativa debe  ser contemplada en una doble dimensión. Por un lado,  el Estado que debe garantizar el derecho a la educación de todxs, y por otro, la sociedad civil, y sus organizaciones en defensa de la escuela pública,  que debe controlar y movilizarse para garantizar esa escuela pública para todxs.

Desde esta premisa y atendiendo a la primera dimensión encuentra que la situación en nuestro país no solo no es nada halagüeña sino que podía calificarse de catastrófica. Entiende que Wert, empeñado en ser el peor ministro de Educación de la historia, y este gobierno han llevado a cabo un avasallamiento del legado histórico que la escuela pública española ha sabido construir a lo largo de las últimas décadas.  Sin embargo, si nos centramos en la segunda dimensión, la de la acción civil y las movilizaciones, veríamos que la política educativa ha mejorado notablemente.

Hay ahora en España una entre dos políticas educativas, la que propone el Estado, dispuesta a atropellar lo logrado, y la que vibra con las movilizaciones ciudadanas dispuestas a que no se desmonten las instituciones fundamentales para la vida democrática, entre ellas, claro, la escuela pública.

Evidencias de esa vitalidad las encuentra en la CEAPA y en movimientos ciudadanos que enriquecen la lucha por la educación como  Ciudadan@s por la Escuela Pública, Movimiento Social por la Escuela Pública de Asturias Soy Pública.

Mención especial hace a la declaración,  Por otra política educativa, (a la que se suma e invita a firmar),  redactada por un grupo de profesores universitarios y profesionales de la educación, en Sevilla los días 25 y 26 de octubre pasado.

PABLO GENTILI:  
Licenciado en "Ciencias de la Educación", Universidad de Buenos Aires. Máster en "Ciencias Sociales" con Mención en Educación, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO - Programa Argentina). Doctor en Educación, Universidad de Buenos Aires.  Profesor Regular en la Facultad de Educación y del Posgrado en Educación de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro. Investigador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro (LPP/UERJ). Coordinador del Observatorio Latinoamericano de Políticas Educativas (OLPED - LPP/UERJ).

 Datos en Firgoa Universidad Pública: Bibliografía

La otra política educativa
Pablo Gentili en "Contrapuntos", blog en El País
La otra política educativa1 de noviembre de 2012

La política educativa en una sociedad democrática debe ser entendida en una doble dimensión. Por un lado, la que se lleva a cabo mediante la acción del Estado y de las instituciones gubernamentales, regulando y garantizando, con diverso grado de eficacia republicana y justicia social, la oferta escolar y el derecho a la educación de todos los ciudadanos y ciudadanas. Por otro, la acción de la sociedad civil y sus organizaciones en la defensa de la escuela pública, en la fiscalización y el control de la acción estatal, así como en la movilización y la intervención destinadas a garantizar y ampliar el derecho a una educación de calidad para todos.

Siendo así, podemos reconocer que hay dos formas de evaluar los actuales cambios en la política educativa española. En lo que respecta a la primera dimensión, las noticias no son nada alentadoras y, sin alarmismos, podríamos definirlas como catastróficas: reducción del derecho a la educación de los más pobres, gestión antidemocrática, prepotencia ministerial, mediocridad y conservadurismo decimonónico en las medidas llevadas a cabo. En suma: avasallamiento del legado histórico que la escuela pública española ha sabido construir a lo largo de las últimas décadas, referencia no sólo en Iberoamérica, sino también en buena parte del mundo democrático. Es difícil saber si el Sr. Wert es el peor ministro de educación que ha tenido España, pero no podemos dejar de negar que se está esforzando por serlo. Su virtud reside en la truculencia de un mandato que retrotrae España a sus tiempos más sombríos y a una persistente cultura política antidemocrática.

Entre tanto, si analizamos la segunda dimensión, la de la movilización social y ciudadana por la defensa del derecho a la educación y de la escuela pública, la política educativa española ha mejorado enormemente, llenado de esperanzas un futuro que, si del actual gobierno dependiera, no dejaría espacio más que a la frustración y al infortunio.



Hay en España, dos políticas educativas en pugna. Una, la que propone un Estado dispuesto a desarmar derechos y atropellar conquistas democráticas. Otra, la que vibra con las movilizaciones ciudadanas, con la organización de nuevas y no tan nuevas formas de resistencia y desobediencia civil, con la amplificación de millares de voces que no se resignan, en cada rincón de este país plagado de diversidad, a entregar sus derechos a un gobierno que confunde la austeridad fiscal con el desmonte de las instituciones fundamentales para la vida democrática, entre ellas, claro, la escuela pública.
Es esa otra política educativa la que se dibuja en el horizonte de la sociedad española y nos llena de esperanzas, la que nos brinda energías para resistir y trabajar enérgicamente, dentro y fuera del país, por un cambio radical en la actual administración gubernamental. Tal como hemos afirmado en otras notas de CONTRAPUNTOS, la sociedad española está unida a Latinoamérica por inquebrantables lazos de hermandad. Por tal motivo, desde el Sur, miles de ciudadanos y ciudadanas expresan su rechazo a la nueva ley educativa del ministro Wert y se visten de verde, de amarillo o del color que sea para acompañar esta lucha justa y necesaria.
Existen numerosas evidencias acerca de la vitalidad que ha recobrado la sociedad española en la defensa de la escuela pública. No sólo la siempre activa intervención de sus sindicatos magisteriales, sus asociaciones de padres y madres (con su comprometida Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos), movimientos pedagógicos y organizaciones de estudiantes o de origen religioso (comoEntreculturas), sino también, el surgimiento de diversos movimientos ciudadanos que van ganando capilaridad y enriquecen la lucha por el derecho a la educación. Buenos ejemplos de estas nuevas formas de organización son Ciudadan@s por la Escuela Pública, elMovimiento por la Escuela Pública de Asturias y Soy Pública, entre otras.
Especial referencia merece la Declaración POR OTRA POLÍTICA EDUCATIVA, redactada por un grupo de profesores universitarios y profesionales de la educación, en Sevilla los días 25 y 26 de octubre pasado. Se trata de un excelente documento de 20 puntos, donde se sintetizan los grandes temas y problemas de la educación española actual y se fijan algunos de los principios fundamentales que permitan la “reconstrucción o refundación del sistema educativo sobre la base de un amplio acuerdo social”. Acuerdo que niega el actual gobierno, al imponer una ley “revanchista e ideológica”. La Declaración, que transita por problemas fundamentales como la calidad educativa, el fracaso escolar, la repetición, la evaluación, la segregación, la competencia de las comunidades, el profesorado y la participación social en la definición de las políticas educativas, ha ganado una gran proyección y, a pocos días de su publicación, ha sido firmada por centenas de personas, preanunciándose como un texto de referencia en la lucha por la defensa de la escuela pública durante el gobierno de Mariano Rajoy.
Los estados, la economía, los medios de comunicación, los intereses mercantiles se internacionalizan. También lo hacen los procesos de movilización y de lucha por los derechos humanos, siendo el derecho a la educación uno de los pilares fundamentales para su promoción y garantía. Durante los últimos años, las empresas españolas se transnacionalizaron, ganaron mercados y competitividad mundial. También lo hicieron muchos de sus mejores intelectuales, de sus organizaciones sociales, sus sindicatos y movimientos ciudadanos, con quienes organizaciones, sindicatos y movimientos de otros rincones del planeta han construido vínculos de solidaridad y trabajo colectivo. La defensa de la escuela pública española trasciende las fronteras y se vuelve un objetivo compartido por todos aquellos, todas aquellas que creen que el derecho a la educación es un patrimonio de la humanidad y debemos movilizarnos activamente para defenderlo.
Por esto, desde el Sur, nos sumamos a esta oportuna y necesaria Declaración POR OTRA POLÍTICA EDUCATIVA, con gran compromiso, con entusiasmo, energía y esperanza, atributos esenciales para la defensa de la escuela pública, donde quiera que sea.

Desde la Ciudad de México