El dilema entre educar con el objetivo de incrementar el PIB o de fortalecer la democracia
Ane Amondarain, CTXT, 19 de marzo de 2021
“Estamos en medio de una crisis de proporciones gigantescas y de enorme gravedad a nivel mundial. No, no me refiero a la crisis económica global que comenzó a principios de 2008 [y que nunca se fue]. No, en realidad me refiero a una crisis que pasa prácticamente inadvertida, como un cáncer. Me refiero a una crisis que, con el tiempo, puede llegar a ser mucho más perjudicial para el futuro de la democracia: la crisis mundial en materia de educación”.
Así comienza Martha Nussbaum Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades (Katz, 2012). Un manifiesto en defensa de unos estudios que están siendo abandonados –en todos los niveles de la escolaridad y en todos los países del mundo–, en beneficio de aprendizajes vinculados a habilidades técnicas que incrementan el Producto Interior Bruto del país. Para la Premio Príncipe de Asturias 2012 hay dos tipos de educación: la que está al servicio de la renta y la que está al servicio de la democracia. Veamos en qué punto están la educación y las Humanidades en España.
Me quiere o no me quiere el mercado
5 de febrero de 2020. “Limitar la oferta de titulaciones, y de plazas en las mismas, en aquellas enseñanzas que registren una baja inserción laboral o baja calidad de la inserción”, sugiere Crue Universidades Españolas a las facultades después de un chorreo de datos en el informe presentado hace poco más de un año (Crue Universidades Españolas es el principal interlocutor de las universidades con el gobierno central y desempeña un papel clave en todos los desarrollos normativos que afectan a la educación superior de nuestro país). Del coqueteo con la oferta y la demanda de plazas, al me quiere o no me quiere el mercado.
Uno de los ámbitos de estudios que peor parado sale es el de las Humanidades, con un 51,5% de tasa de afiliación a la Seguridad Social, frente al 84,6% y 80,2% en el ámbito de la Informática e Ingeniería, respectivamente. En la OCDE y la UE, las diferencias entre campos presentan además de una mayor empleabilidad global, una menor dispersión por ramas, pero los campos situados por encima de la media son los mismos que en España: TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación), Salud e Ingenierías.
A veces te quieren, pero no en todos lados
El grado en Humanidades, como cualquiera de las disciplinas estudiadas de manera individual, hace varias décadas que viene siendo denostado. Gurutze Ezkurdia, Profesora Titular de Teoría e Historia de la Educación en la UPV/EHU, explica que las Humanidades se han ido desprestigiando a partir de la mitad del siglo XIX, sobre todo, en el sentido de que no tienen cabida en el mercado laboral porque la oferta de trabajo está claramente dirigida a “profesiones técnicas y científicas”. La historia del desprestigio de las Humanidades, según Ezkurdia, tiene que ver con un sistema económico que, desde que se constituyen los Estados nación y se desarrolla la industrialización, necesita gente cualificada para “evolucionar técnica y científicamente”.
El letrasado parece ser el eterno perdedor. ¿Limitación de oferta de grados a la vista? Nekane Balluerka, vocal de Crue y quien fuera rectora de la Universidad del País Vasco (2017-2020), declara que este informe habla de las universidades en su conjunto y que “nada tiene que ver con la mercantilización de los estudios”. Está a favor de que las universidades públicas ofrezcan la posibilidad de escoger todas aquellas disciplinas que demande el estudiantado. “Otra cosa es que dentro de una misma comunidad autónoma haya cuatro universidades y en las cuatro se ofrezcan las mismas titulaciones”, confiesa Balluerka. A veces te quieren, pero no en todos lados.
Carlos Manuel Valdés, primer vicedecano de la Facultad de Humanidades, Comunicación y Documentación de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), apunta que esta sería la única interpretación “positiva” que podría hacerse, aunque no se haga alusión a ella en el informe. A pesar de la lectura de Balluerka, el primer vicedecano reflexiona sobre los criterios que regulan la oferta de estudios universitarios. Recuerda que aunque haya órdenes ministeriales y las propuestas de apertura y cierre de grados tengan que pasar por el filtro de las comunidades autónomas, “el primer paso se da dentro de las universidades”. Valdés deja claro que el principal enemigo de estos discursos que establecen diferencias entre lo que es rentable y lo que no es “el propio mensaje de la rentabilidad” porque, llevados al extremo estos criterios, solo hay una conclusión: “¡Cerrar la universidad española!”.
Objetivo: Salvar a las Humanidades. Camino a la interdisciplinariedad
22 de octubre de 2020. Crue Universidades Españolas acaba el año con otra presentación. Esta vez no se trata de un informe, sino de una hoja de ruta plagada de reflexiones y propuestas para encarar el futuro de la universidad. El encuentro se da a través de las pantallas y lleva por nombre Universidad 2030 ¿Qué sociedad queremos dentro de 10 años? Se quiere una sociedad interdisciplinar: una de las misiones que presenta es, al menos, la de flexibilizar los grados. “Desde que se puso en marcha el Plan Bolonia tenemos que formar al alumnado en conocimientos y competencias de carácter multidisciplinar”, explica la vocal de Crue Nekane Balluerka. El debate es nuevo, pero no tanto. “Estaba gestándose a nivel de investigación porque está claro que para responder a los grandes retos de la sociedad actual –cambio climático, energía, sostenibilidad…– no se puede hacer desde una sola disciplina”, reconoce Balluerka.
En la presentación se mencionan poco las Humanidades. Y lo cierto es que la interdisciplinariedad se presenta como un camino para salvar a las Humanidades, pese a la contradicción con el “limitar la oferta de titulaciones, y de plazas en las mismas, en aquellas enseñanzas que registren una baja inserción laboral”. La interdisciplinariedad ya salva a las Humanidades en el extranjero a nivel universitario. Ejemplo de ello es el University College de Londres, que cuenta con un departamento, Arts and Sciences (Artes y Ciencias), donde se imparte en tres años un grado mayor y otro menor en el que se mezclan conocimientos humanísticos con científico-técnicos. Tim Jordan, director del grado, además del cambio climático y la inevitable alusión a la crisis sanitaria global, reivindica la necesidad de la interdisciplinariedad para tratar otras cuestiones sociales como “el bienestar o el racismo estructural”.
Interdisciplinariedad en España: La Facultad de Cultura como horizonte utópico
El intento de aunar interdisciplinariedad y enseñanzas humanísticas en España lo encontramos en la Universidad Carlos III de Madrid, donde se obliga a todos los estudiantes de grado a matricularse en seis créditos de Cursos de Humanidades. Mario Yanes, estudiante de Política y Sociología de la UC3M, reconoce que a menudo estas asignaturas son “un paseo para alumnos y profesores”. Además, “muchas de estas asignaturas, antes de la pandemia, ya se impartían de manera semi presencial”, comenta Yanes, que valora este aspecto de manera negativa. A Inés Huergo, estudiante de Derecho en la misma universidad, tampoco le resulta suficiente este acercamiento.
Además de sus grados, ambos estudiantes cursan una formación complementaria en Humanidades; “el equivalente al ‘minor’ que ofrecen muchas universidades anglosajonas”. La diferencia estriba en que el grado ‘menor’ normalmente es inherente al grado, no un extra y aquí supone un extra de dinero y de tiempo. “El tiempo se gestiona mejor que el dinero”, señala Mario Yanes. La formación complementaria supone 770,04 euros más de desembolso a lo largo de la carrera universitaria. Inés Huergo denuncia que este extra no se cubra con ninguna beca.
La interdisciplinariedad española queda lejos de la anglosajona o de la que reivindica el primer vicedecano de la UC3M: “En un horizonte de maravillosa utopía, plantearía un año entero de inmersión humanística para cualquier estudiante. Sería una ganancia para la sociedad”. Carlos Manuel Valdés pide lo que en su día propuso Ortega y Gasset: una Facultad de Cultura por la que todo universitario tendría que pasar. ¿Interdisciplinariedad con calzador? Para Jesús de la Villa no es tanto una cuestión de introducir los contenidos humanísticos en todas las carreras obligatoriamente –se convertirían en asignaturas marías–, como asegurar que “a lo largo del sistema educativo previo” todo el mundo tenga unos “conocimientos básicos”.
Balluerka advierte de que la misión de Crue de flexibilizar los grados está en una fase incipiente. Todavía no se ha llegado al debate de la obligatoriedad de las Humanidades. Con el tiempo, “tendríamos que permitir realizar créditos de otras titulaciones y, a partir de ahí, ir diseñar itinerarios más abiertos”, explica. En su opinión eso no debería alargar en exceso los grados porque eso sí encarecería la matrícula, que tendría que ser “a precio público y con tasas asequibles”.
Sobre la imposibilidad de empezar la casa por el tejado: la ESO y el Bachillerato
A pesar del consenso en Crue de flexibilizar los grados y de la necesidad de enfrentarse a los retos sociales de otra manera, instaurar la interdisciplinariedad en la universidad española y que las Humanidades tomen un papel relevante en este proyecto es complejo, futurista, casi utópico, Balluerka señala que si este proyecto se quiere llevar a cabo, se requiere del paraguas de las agencias de acreditación pero, sobre todo, del Ministerio de Universidades y de Educación y Formación Profesional. “Habría que modificar la legislación actual a nivel universitario y preuniversitario, donde te llevan a itinerarios cerrados. Tiene que ir coordinado”, advierte la vocal de Crue. En definitiva: no se puede empezar la casa por el tejado, pero empezar por el principio no es tarea fácil. Que se lo digan a la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC).
23 de diciembre de 2020. El Senado aprueba las normas educativas reformuladas por la Ley Orgánica de Modificación de la LOE, conocida como la LOMLOE. Los enfrentamientos a cuenta de la supresión del castellano como ‘lengua vehicular’ eclipsan otros debates menos partidistas. El texto legal de la LOMLOE es hoy un esqueleto básico: no se citan las asignaturas obligatorias de un solo itinerario de Bachillerato, tampoco de las optativas en la ESO o Bachillerato. Por no citar, no se cita por primera vez desde la Ley de Moyano de 1857 ni la asignatura de Latín ni la de Griego. Eso sí, queda escrito que Cultura Clásica es una asignatura optativa de obligada oferta en el primer ciclo de la ESO (1º, 2º o 3º curso).
La Sociedad Española de Estudios Clásicos solicitaba que, al menos, una materia de contenido clásico fuera obligatoria en la ESO. Ni caso. Ese paraguas del que hablaba Nekane Balluerka parece estar bien cerrado. Solo hay una conclusión para la Sociedad Española de Estudios Clásicos: las materias clásicas y humanísticas en la enseñanza obligatoria y en Bachillerato están “abocadas a la desaparición en un brevísimo plazo”. Jesús de la Villa advierte de que sería lamentable que, por cuestiones de clase, muchos estudiantes no pudieran acceder a estos conocimientos que no facilita la educación pública. El Gobierno defendía que este esqueleto servía para que, con el paso del tiempo, siguiera siendo aceptado por el Congreso; que no se le diera por muerto. La paradoja del vivo esqueleto.
SEEC defendió su postura con palabras y números. Los catedráticos de Secundaria de Griego Jesús Torres y Manuel Cirera realizaron estadísticas sobre el estado de la enseñanza de materias clásicas en España con datos correspondientes al curso 2019-2020. Datos que no recogen informes gubernamentales. Como que de todos los estudiantes que cursaron latín en 4º de la ESO, el 64 % continúa en el Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales, lo que demuestra la importancia del mantenimiento de este tipo de materias para la pervivencia de las mismas en Bachillerato. Otro dato importantes es que asignaturas humanísticas como Griego son suprimidas en el segundo curso de Bachillerato en un 32,7% de las ocasiones.
La historia de Leire Irusta es representativa de la educación preuniversitaria. Su final, al menos, fue feliz. En la actualidad estudia Lenguas Modernas. Pero para preparar la selectividad que le daba acceso a dicho grado tuvo que cambiarse de centro educativo porque en el suyo no se formó grupo de Bachillerato de Humanidades. Olabide Ikastola (Vitoria), donde Leire Irusta había pasado toda su etapa escolar, le avisó de la situación tan solo dos semanas antes de que se cerraran los periodos de inscripción en otros centros. Tuvo que buscar a la carrera otro instituto en el que estudiar. En el suyo trataron de convencerla para que se quedara. Total, “no pasaba nada”.
Reportaje de una muerte anunciada
Las palabras de Martha Nussbaum resuenan con intensidad: “Hay una crisis silenciosa debido a que las naciones, sedientas de ingresos, deciden desechar otras aptitudes. En la medida en que se recorta el presupuesto asignado a las disciplinas humanísticas, se produce una grave erosión de las cualidades esenciales para la vida misma de la democracia”. El debate de la educación y del desprestigio de las Letras y las Humanidades lleva años entre nosotros. “Siglos”. El eterno pulso desgasta. Son muchos ya los letrasados, ¿También perdedores? Nussbaum diría que perder pierde la sociedad, es decir, todas y cada de una de nosotras.
Déjenme decir algo: Solo ha habido un único deseo latente a lo largo de todo este escrito y ese ha sido que éste no sea el reportaje que dice ser, el de la muerte anunciada de las Humanidades.
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